Palabras robadas
El muñeco fue el primero en cerrar los ojos, luego las
sombras llenaron la habitación de susurros. Agazapada bajo la cama contempló el
ir y venir de los zapatos. Tuvo miedo, la agitación podría hacer explotar las
palabras encerradas en el armario. No podría soportar por más tiempo, se
asfixiaba y salió a respirar. De improviso una mole enorme se abalanzó sobre
ella. ¡Devuelve las palabras, le gritó, estamos sin dormir desde que nos
dejaste con los poemas a medias!
Se despertó de golpe, amanecía. Las páginas
arrancadas de un libro se deslizaron entre las sábanas cayendo a la alfombra.