jueves, 1 de abril de 2010

Desaparecido

¡Imbéciles! Con un ruido sordo la palabra golpeó los cristales atravesando la sala. Se hizo el silencio y dejamos de gritar: que se besen, que se besen. Mientras intentábamos disimular escondiéndonos debajo de las servilletas, ella se levantó y al hacerlo estiró del mantel. La tarta de novios se vino abajo y las copas de cristal chocaron contra el suelo estrepitosamente. Había estallado una tormenta y no llevábamos paraguas. Alguien había dejado junto a las figuritas de los novios una nota que decía: Por favor, no vuelvas. Y el novio había desaparecido

ros.Microrelato seleccionado en Relatos encadenados. Cadena SER

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