martes, 3 de mayo de 2011


Insomnio

Desde la cama oigo el ruido de las olas que avanzan anegando los campos que nos separan del mar. Olas de cenefas blancas se elevan para caer arrastrando las piedras. Un tiempo de otoño en una estación equivocada, imprevisible y húmeda.
Insomne oigo el estruendo mientras en mi cabeza bullen imágenes y pensamientos desordenados. Cambio de posición, me desespero. Soy un ovillo de sábanas azules tejido a fuerza de despertares inoportunos. Estiro de las sábanas y saco una mano para pedir socorro a las horas. Miro el despertador: las tres de la madrugada. La noche es lenta, inacabable y hace frío.
Oigo sus palabras cayendo como la lluvia dejando enormes charcos de confusión. No lo entiendo, por más que me esfuerzo no comprendo ni su ortografía ni su sintaxis. Los interrogantes han desaparecido y en su lugar puntos y aparte trocean nuestra experiencia cotidiana. Un discurso monotemático, con fronteras, ocupa los lugares vacíos de la ternura. Demasiadas oraciones que borran cualquier resquicio de libertad. Palabras opacas, impenetrables que llenan los armarios de la cocina y las estanterías del salón. Palabras estrechas y frías que avanzan por el pasillo hasta nuestra cama.
Durante horas sigo inmóvil, atravesada por un viento frío que sin misericordia amenaza con helarme el corazón.
Amanece mientras le oigo roncar a mi lado. Luego vendrá la ducha y el café y esa pregunta estúpida con la que me atormenta todos los días: ¿Has dormido bien, cariño?
Ros.
fotografia ros

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