domingo, 19 de mayo de 2013


Indiferencias



Cruzan sin mirarse, a veces tropiezan, pero están a salvo resguardados tras sus cuerpos.

Pasas como el aire, corres como el agua y te disuelves como el azúcar en mi taza.

No está mal este estado de invisibilidad, interrumpido tan solo por el café que cae  dibujando circuitos interminables.

Enroscada a tu cuerpo conservo la piel intacta, destrozado mi rostro por el filo del otoño desespero por un tiempo cálido.


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