Indiferencias
Cruzan sin mirarse, a veces tropiezan, pero están a salvo
resguardados tras sus cuerpos.
Pasas como el aire, corres como el agua y te disuelves como
el azúcar en mi taza.
No está mal este estado de invisibilidad, interrumpido tan
solo por el café que cae dibujando
circuitos interminables.
Enroscada a tu cuerpo conservo la piel intacta, destrozado
mi rostro por el filo del otoño desespero por un tiempo cálido.
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