Un poco tarde
El Tribunal apreció cierta rigidez en su mirada y el espanto
congelado en sus ojos. La habían detenido por permanecer un año frente al Parlamento.
Los magistrados consultaron los folios apilados sobre la mesa, rebuscando
alguna razón para su extraña conducta.
Después de horas de discusión y debates encendidos no hallaron ninguna
jurisprudencia que avalara un castigo ejemplar para su delito. Ante la duda decidieron
ponerla en libertad y llevarla al depósito de cadáveres.
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