La
decisión
Sus
labios perfilados se contraen para dejar escapar un silbido corto. Vaya
papeleta, murmura, mientras piensa en las flores, los sombreros, las
invitaciones, el banquete… Ha oído
claramente la pregunta y siente el peso del destino implacable que se le viene
encima. La voz insistente del sacerdote se eleva amenazadora entre el murmullo
creciente de los invitados. Sus manos nerviosas apretujan un pañuelo, respira
hondo, mira el rostro atónito de él y contesta: otro día, quizá, otro día,
ahora tengo que hacer.
¡Qué bueno!, cuantos habrán tirado para adelante en la misma situación, al mismo tiempo que sentían lo mismo que ella. Vaya papeleta. Me ha gustado, un cordial saludo,
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