domingo, 29 de junio de 2014




Sin piedad


 Nunca antes se habían atrevido a cruzar el límite trazado, sabían del riesgo: una sublevación, una transgresión de las reglas podría acabar con la inercia con la que cada tarde exorcizaban el aburrimiento.Desganados y hastiados por la inútil repetición dejaron de creer en el juego. 
No querían jugar más, corrieron el riesgo y se sublevaron. Otros resistieron tirando piedras pero solo consiguieron herirse la cabeza unos a otros en un cruce de fuego duro, blanco y sin sentido. No se pudo hacer nada. En el mundo circular giraban frenéticos los malvados, apretando el cinturón del vacío y ahogando las voces y los sueños.  

El castigo impuesto a la irresponsable conducta de sus mayores llegó inexorable a sus vidas inocentes.
 No hubo opciones. Ciegos y apaleados esperaron en la calle el fin del mundo.

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