lunes, 22 de septiembre de 2014


En negro


El mundo se había despersonalizado. Los clientes, jueces y abogados eran incorpóreos,  no se necesitaba ir a los tribunales y las gestiones se hacían de forma virtual. Su papel como abogada se limitaba a teclear delante del ordenador en una sala habilitada del palacio de justicia y a trabajar con el móvil. Se había acostumbrado a no tener ningún contacto con los clientes hasta que un día un hombre al salir de la sala le tiró violentamente del bolso mientras gritaba desesperado: por favor, ayúdeme, soy un ciudadano en vías de extinción, abocado a la nada, inexistente por culpa del baremo que se ha establecido para el acceso al recurso telemático. Necesito urgentemente hacerle una consulta. Es algo de vida o muerte. Sintió un escalofrío, rápidamente le dio a cancelar y vio como desaparecía fundido en el negro de la pantalla. Reinició y volvió a la normalidad.


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