miércoles, 3 de septiembre de 2014


Una palabra



Como cada día se levantó esperando que la llamaran. Aunque el viento frío, arrasándolo todo, impedía oír la música de sus vocales y consonantes, ella insistía dibujando sus letras en el firmamento. Ante lo vano de sus esfuerzos por entrar en el mundo decidió cambiar de estrategia y una noche se refugió en el sueño de un niño. Desde entonces renace en el arrullo cálido de los cuentos. 

Fotografía Ana Jimenez

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