martes, 9 de diciembre de 2014


El nombre


Todo estaba patas arriba. La ciudad se había vuelto loca. Habitantes descoloridos y anónimos huían vestidos de incertidumbre. Coches y edificios se  desparramaban hacia el mar. La casa,  la cama y  la cocina  habían sufrido el envite de la goma de borrar y el  aguarrás, y húmedas se deshacían en un horizonte apelmazado y grumoso. Todo se desdibujaba. Todo menos un rincón: allí donde había escondido mi nombre. 

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