Juraría que me había muerto de calor
y desespero, pero sigo aquí. Mis manos insisten en trazar besos en el aire, mis pies corren detrás de la justicia y mis ojos permanecen abiertos, sin cerrarse ante la barbarie. No duermo. No puedo imaginar el contenido de esas
mentes asesinas que siguen matando con la sinrazón del odio al diferente. No hay lágrimas suficientes para llenar tantas
ausencias.
rosa
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