El Huerto
Cogí semillas de zanahorias y me puse a sembrar. Abandonado
el despacho, cerrado el portátil y clausurada la agenda no tenía más que
hacer. Nunca hubiera imaginado que
sentiría tanto placer, sembrar me parecía una actividad de lo más interesante.
Desconocía los pasos a seguir, pero lo hacía tan ilusionado con la vena
ecológica que había descubierto, que lo hacía obsesivamente, siguiendo un ritmo
frenético. A pesar de mi ensimismamiento
no pude ignorar un alboroto de carcajadas y gritos. Fue entonces cuando me di
cuenta de que había esparcido las semillas por el pasillo de la oficina. Naturalmente no germinarían.
Ros
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