miércoles, 28 de septiembre de 2011


El muro

No hay fronteras aunque un muro nos divida, un rojo de amapolas extiende la vida desde el jardín. Lentamente hojeo el libro que encontré abandonado. Alguien en su caminar lo dejó olvidado o quizás quiso que otra mirada desgranara sus versos. De pié, frente al muro, leo en voz alta y las palabras rebotan brillantes: “No hay lugar para el desánimo, las redes que tejieron sobre nosotros se han roto. El espacio vibra con los gritos contundentes de la indignación de siglos” Y como un eco, desde el otro lado de la tapia, oigo las voces de los niños que reinventan en el patio de la escuela el juego de la vida.

fotografía ros

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