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Las vacaciones de Pascua habían terminado
y no se había enterado, concentrada, pasando noches y noches de vigilia,
analizando metódicamente los hechos, repasando febrilmente los documentos.
Salió apresuradamente de casa, sin desayunar y tomó un taxi. Temía llegar tarde
y le indicó al taxista un desvió para acortar el camino. Nada más entrar en el
edificio se sintió mareada, acusaba el cansancio del sueño acumulado. Su empeño
con el caso era legítimo, a pesar de que sus compañeros de despacho lo dieran
por perdido, ella pensaba que la cláusula fundamental del contrato del préstamo
era abusiva y que podía ganarlo. Respiró profundamente y caminó tambaleante por
el largo pasillo que llevaba a la sala. Abrió la puerta. La sala estaba vacía.
Nerviosa, consultó la agenda. Se había equivocado de día. Agotada se dejó caer.
Seleccionado en el V Concurso de Microrrelatos sobre Abogados
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