La ración
Esperó hasta dormirse y soñó con otra Navidad. Los ruidos del
hambre fueron apagándose. De improviso, apareció una niña detrás de un
escaparate, rodeada de buñuelos, ensaimadas
y chocolate. Sumergida en una montaña azucarada, apenas sobresalía su
rostro, con la mirada perdida, ausente. Para llamar su atención golpeó con los
nudillos el cristal y gesticuló insistentemente. Fue en vano, ella no podía
verla, habitaba en un globo repleto de su propio aire, impermeable, lleno del
vapor asfixiante del olvido. Gritó hasta quedarse afónica, solo entonces despertó.
Sobre la mesa un pedazo de pan y un vaso de leche.
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Un texto etéreo y sensible, de los de releer. Me gusta ese punto de realidad que acompaña tus sueños.
ResponderEliminarSigo leyéndote.
Saludos
gracias Alfredo por compartir las señas de mis sueños
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